La semana pasada
celebramos una nueva jornada de EAM. Y al día siguiente, nos
reunimos para celebrar la Asunción de la Virgen, fecha que es
una fiesta para todos los maristas.
Celebramos la tercera experiencia del año para compartir nuestra
Espiritualidad Apostólica Marista. Educadores y administrativos
revisamos los elementos que nos ayudan a encontrarnos y formar
comunidad. Por eso, la jornada se tituló Como Hermanos y
Hermanas.
Rememoramos las mesas de nuestra vida, aquellas instancias en
que la mesa ha sido un lugar de encuentro. En grupos compartimos
nuestros recuerdos en torno a este elemento y las personas con
quienes compartimos esos encuentros. Contrastamos nuestras
experiencias con la mesa que San Marcelino construyó en La
Valla, que es la encarnación de sus esfuerzos por crear una
comunidad dedicada al Señor.
En un segundo momento dibujamos nuestra casa. Soñamos cómo nos
gustaría que fuera ese espacio en el que creamos familia y
comunidad. Allí se reúnen nuestras historias, se ayuda a crecer
a los jóvenes, se cuida a los mayores, se atiende a los más
débiles y abunda el ungüento del perdón.
Finalmente, revisamos los momentos en que hemos sido el pan que
se reparte a los otros. Escuchamos el testimonio del profesor
Luis Antonio Parra, quien compartió sus experiencias de entrega
a los demás. Para cerrar la jornada, recibimos el cuerpo de
Cristo, el pan que se entrega y nos reúne en comunión.
La fiesta de la Buena Madre
La Asunción de la Virgen fue otro momento para reunirnos como
hermanos y hermanas en torno a la Buena Madre. La fiesta comenzó
el jueves 14, cuando los más pequeños prepararon pancartas
alusivas a este día. Todos los cursos cantaron y rezaron en
torno a la mamá de su amigo Jesús.
El 15 de agosto, la imagen de María fue escoltada por todos los
presentes en su camino a la
capilla. Durante la eucaristía, ella
fue la figura central. En el momento de las ofrendas, la luz de
Cristo y un rosario fueron llevados al altar, como símbolo de
devoción a la Buena Madre.
Los directores de ciclo entregaron las banderas de Chile, Perú y
Bolivia, países que conforman la Provincia Santa María de Los
Andes. Fueron puestas a los pies de la Virgen, para pedir su
protección y guía para todas las obras maristas. En especial,
tras el nombramiento del nuevo gobierno provincial.
También, recordamos de manera especial a los hermanos maristas
que han fallecido, cuya espiritualidad ha sido un ejemplo de
entrega a la Misión. Luego de la eucaristía, el
Centro de Padres
dirigió la romería hacia el Cementerio Católico. Allí se
encuentra el mausoleo de los Hermanos Maristas. En ese lugar, se
llevó a cabo una ceremonia de agradecimiento por el espíritu que
dejaron como legado.