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Pascua del Hermano Gilberto
Por
Instituto Alonso de E.
Publicado:
13 Septiembre 2007
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El pasado martes conmemoramos el cuarto aniversario de la muerte del Hermano Gilberto Poza, quien nos dejara un día 11 de septiembre del año 2003. Fue profesor de religión, psicología, filosofía y orientador en nuestro Instituto. Además hizo clases en la Facultad de Educación de la Universidad Católica.
La sección de 2º a 6º básicos de nuestro colegio lo recordó con una oración por su descanso eterno. El profesor Joel Tapia, quien fuera su alumno, recordó que era un hermano bastante serio, “pero defendía el tiempo de ocio, que es el tiempo en que nos conocemos y también conocemos a Dios. Es un aprendizaje que hasta hoy, como adulto, lo recuerdo”, señaló. En la capilla de nuestro colegio, los alumnos de 3º y 4º Medios, ciclo que lleva el nombre del Hermano Gilberto Poza, oraron y reflexionaron en torno a su vida. El profesor Sergio Taiba, quien fue su alumno tanto en el colegio como en la universidad, destacó algunos aspectos de su vida: “Si hay algo que creo haber captado de él era cómo invitaba a quienes éramos sus alumnos a conectarnos con cosas esenciales. Lo esencial para él era la vocación, el llamado a ser personas ante los ojos de Dios”. Concluyó señalando que “el Hermano Gilberto nos dejó vida, para que la hagamos crecer”. Los presidentes de los cursos de dicha sección recibieron un ejemplar de la Revista Viento Norte, que recoge aspectos de la vida personal y religiosa del Hermano Gilberto Poza. La publicación lleva ese nombre porque él llamó así a un mural en el que recolectaba todas las noticias que provocaron cambios en nuestra sociedad. Por la tarde, en la capilla de la Sección de Media Superior se realizó la eucaristía a cargo del Padre Jorge Laplagne, con la presencia de los profesores de la Sección que hoy lleva su nombre, más nuestro rector, Jaime Inostroza, docentes y administrativos invitados. En la homilía el Padre Jorge recordó algunos aspectos de la vida del Hermano Gilberto, especialmente para quienes no lo conocieron: “Transmitía pasión cuando hablaba, mostraba pasión por todo lo que hacía, su incansable amor al trabajo y al prójimo se mezcló en sus últimas visitas por el colegio con la inmensa ternura que muchos le vimos al mirar a los niños. Siguió a Cristo de manera incondicional y puso sus afectos siempre en las manos de María”. Además agradeció la presencia del Hermano Gilberto entre nosotros, su legado y cuanto quiso a los que fueron sus predilectos: los niños y los jóvenes a los que les tocó servir.

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