Fue la primera vez que Isidora (16) salió del país. No imaginó que antes de cumplir un año danzando, viajaría a los Estados Unidos para participar en el Mundial de la especialidad. Tampoco imaginó que conocería en persona a tantos bailarines que siguió por video, ni menos que volvería con los deseos intactos de llevar su pasión al siguiente nivel.

Isidora Soto, cuyo padre y hermanos también son maristas, viajó hasta Orlando, Florida en los Estados Unidos para participar en el Mundial de Danza, en la modalidad Equipos, en los géneros Jazz y Hip Hop. En ambos estilos participó Isidora junto a 29 bailarines más.

Todo comenzó el año pasado cuando durante un entrenamiento de gimnasia, la rodilla de Isidora sufrió una lesión. Luego de aquel episodio, volver a los entrenamientos le fue muy complicado, este hecho fue observado por su profesor de ballet quien le preguntó a la “Isi” –abreviatura que utilizan sus compañeros/as- si dentro de sus intereses estaba bailar.

“Yo le dije que sí. Entonces él me mandó a ese grupo para una audición y por casualidades de la vida quedé. No tenía idea que aquel grupo era muy bueno y conocido”, nos cuenta Isidora al referirse al Club Deportivo UPAC, división de la exitosa University Perfoming Arts Center, ubicada en Estados Unidos.

Fue allí donde Isidora comenzó a bailar y a competir. El 2015 fue su primera audición pero luego debió realizar dos más antes de conseguir el cupo para el mundial. “En una (audición) vinieron muchos bailarines de todo Chile. Quedé. Y ya cuando venía el mundial hicieron otra y nuevamente volví a quedar”, relata.

Isidora conoció los resultados en diciembre y a partir de enero comenzó a entrenar. Anteriormente práctico el ballet por lo que la elasticidad y la concentración fueron dos dimensiones que ella anteriormente ya había profundizado. “No tuve vacaciones. Entrenaba toda la semana, entre el Hip Hop y el Jazz se me copaba el tiempo. Yo bailé los dos estilos. La exigencia abdominal era grande. Todos los días se trotaba y acondicionaba el cuerpo”, comenta.

El torneo

Aparecer después de 10 horas en otro lugar geográfico es un hito importante en la vida, viajar o explorar otra zona del globo permite ajustar y ampliar la percepción que se tiene de los fenómenos que, sin salir del país, se tiende a pensar que son únicos pero al ser contrastados con otras construcciones culturales notamos que pertenecemos a una nación mayor que bien podría ser llamada humanidad.

Una de las cosas que sorprendió a Isidora fue el respeto que existe entre la población que vive en Estados Unidos. Durante los 10 días que visitó el país americano del norte, notó que “los valores están claros”. “Un día perdí el celular y apareció al rato. En las filas nadie se colaba. Eso me llamó la atención”, recuerda.

Cuando recorrió las calles y el lugar de competencia la emoción fue grande. “Uno como bailarina suele ver vídeos en que los chinos o los estadounidenses bailan, entonces llegar allá, verlos en persona y tenerlos al frente, es muy especial. Había que concentrarse, pero el momento era especial”, afirma Isidora, quien fuese la participante con menor edad dentro de su equipo. 

La comunicación también fue un desafío que terminó siendo una experiencia trascendental. “Sentí que expresarlo (el ingles) era mucho más fácil allá que acá. Aunque aquí me sacará un 5, allá sentía que estaba para el 7. Me fue fácil expresarme. Hablé mucho con todos. Estaba muy feliz”, relata.

¿Te sentiste lejos?

Yo nunca le tomé el peso que estaba en un mundial, y sigo sin tomarlo. Todos me dicen fuiste a un mundial y no todos pueden hacer eso. Creo que aún no lo tengo del todo asimilado.

¿En qué estás actualmente con la danza?

Por ahora seguiré bailando sin academia, solo tomando clases con diferentes profes que me permitan observar y probar nuevas técnicas. No me dedicaré a competir con equipos sino solo a tomar clases. Desde que llegué del mundial, dije: Voy a ser buena bailarina y aquello me puso en un dilema. He pensado hace tiempo si estudiar danza o no. Lo hablé con amigos/as y todos me dicen que lo haga, que lo de, que no sea una doctora con sueños de bailarina. 

Esto solo lo he hablado más profundamente con mamá porque mi papá igual me imagina siendo médico, entonces no sé bien cómo explicarle. Sé que me apoyará pero admito que me da un poco de miedo hablar. He investigado que en Buenos Aires hay muy buenas clases y a esta edad alcanzo a mejorar mucho más. Me dicen que tengo habilidades para llegar a ser profesional.

Me veo estudiando danza. Desde chica me han dicho que cuando quiero algo lo consigo. Partió en la gimnasia, mis notas y ahora esto, entonces sé que si lo quiero y me la juego lo conseguiré. De ser así tendría que dejar el colegio el próximo año y terminar bajo exámenes libres. 

¿Qué estilo te gusta más bailar (Jazz o Hip Hop)?

Me gustan los dos. En el hip hop lo pasó muy bien. Pero en el jazz me da más sentimiento. Por ejemplo, en el hip hop, antes de salir, sé que lo voy a pasar bien, pero en el Jazz, cuando salía todo, incluso antes y después, quedaba con una sensación más profunda. En el jazz es un dejarte fluir mientras que en el hip hop hay que ser agresivos al bailar. Por ahí me explico los movimientos.

¿Del 2015 al 2016 cómo sientes el cuerpo, su manejo, las emociones?

Mucho mejor. Puedo hacer un vínculo del cuerpo con una emoción. Me pasa con la espalda. Cuando me cargo problemas, lo siento y alcanzo a diferenciar cosas. Es rico saber que todos los músculos existen y sentirlos. La verdad es que me dicen que bailo todo el día. Inconscientemente lo hago. 

¿Te gusta el colegio?

Estoy desde Kinder. Llegué porque mi papá fue marista y mis dos hermanos también, entonces cuando se abrió el cupo para mujeres me metieron instantáneamente. Me da un poco de pena si estudio danzar dejar a tanta gente.

Si no existiera la danza ¿qué harías?

Siempre he andado por el ámbito deportivo. Netamente el trabajo con el cuerpo.