La
comunidad educativa del Instituto Alonso de Ercilla celebró, el
domingo 6 de junio, con una solemne Eucaristía en la Catedral
de Santiago, sus 75 años de vida en el día en el que también
se conmemora, la Pascua de San Marcelino Champagnat.
Fue
presidida por nuestro capellán, el padre Jorge Laplagne, y en
ella participaron el Hno. Mariano Varona, Vicario Provincial de
la provincia Santa María de los Andes, el Hno. Jesús Triguero
Juanes, Rector del Instituto Alonso de Ercilla, los miembros del
Consejo Directivo, hermanos de diversas comunidades maristas del
sector Chile, cuerpo docente, padres y apoderados, alumnos y
exalumnos, personal administrativo y auxiliar, amigos e
invitados especiales.
Con
un telón de fondo magnífico, en el día en que la Iglesia
Universal celebraba el día de la Santísima Trinidad, los
educadores que motivaron los diferentes momentos de la
Celebración Eucarística nos dieron fraternalmente la
bienvenida y nos invitaron a compartir en espíritu de unidad,
la presencia cariñosa y vivificante de Cristo resucitado.
Destacada fue la
participación de los miembros de nuestra comunidad. Además del
agradecimiento al coro polifónico del Instituto, formado por
padres, apoderados y profesores, y dirigido por la educadora
Agnes Avilés.
En
la homilía el padre Jorge Laplagne destacó la importancia por
una parte, de la Obra Marista fundada por San Marcelino
Champagnat, en el día en que rememoramos su Pascua y, por otra
parte, desde que en marzo de 1929 un grupo de ocho hermanos
dirigidos por el Hno. Elías José dieran vida a lo que es hoy,
el Instituto Alonso de Ercilla de Santiago.
En
la homilía, el padre Jorge nos dijo:
"Si nos
congregamos hoy es para agradecer, que Dios llamó a un joven
para que fuera instrumento de santidad en su tiempo, hoy,
mañana y siempre... Fue un sacerdote cautivado por el amor de
Jesús y de la Santísima Virgen María. Gracias a su fe
inquebrantable, permaneció siempre fiel a Cristo, incluso en
las dificultades que él encontró, al tener que vivir en una
época, sin un sentido de Dios.
...
a pesar de la adversidad San Marcelino anunció el Evangelio con
un corazón lleno de fuego, siendo sensible a las necesidades
espirituales de su época, especialmente de la ignorancia
religiosa y de las situaciones de abandono que se daban de modo
especial en la juventud. Se sintió llamado a dar una respuesta
concreta a esas necesidades, especialmente de los niños y
jóvenes, fundando una comunidad de hermanos, para que en torno
a la Virgen María, pudieran proclamar con un testimonio de vida
sencilla, humilde y con espíritu de pobreza, la Buena Noticia
del Evangelio, y además como verdaderos educadores, pudieran
acompañar a sus alumnos, para que éstos lograran encontrar
pleno sentido a sus vidas...
En
nuestro colegio, desde el primer día de clases, un 11 de marzo
de 1929, con un total de 233 alumnos, hasta el día de hoy, ha
pasado un generoso caudal de entrega y servicio, a los niños y
jóvenes, para animarlos siempre a ser "buenos cristianos y
virtuosos ciudadanos" según el sueño educativo del padre
Champagnat.
A
esta misión de evangelizar la cultura, educando, prontamente se
adhieren educadores laicos, que asumiendo la riqueza de la
espiritualidad marista junto a los hermanos, logran poner de
manifiesto este noble ideal, lo cual tampoco sería posible sin
la gran participación de los padres y apoderados y del servicio
silencioso de todo el personal administrativo y auxiliar del
Instituto.
Esta vida que
fluye como un regalo de Dios, en nuestro Instituto y que crece
lentamente cada día, tiene su fuente en Dios mismo. En este
Dios que es uno y trino, y que estamos celebrando hoy...
Frente
a un mundo que nos presenta tantos signos de muerte, que está
lleno de egoísmo, de la búsqueda fácil del placer, del poseer
y del poder, de un mundo donde se asumen compromisos sin
fidelidad, surge nuevamente, con cariño y con fuerza, la voz de
San Marcelino, a través del testimonio de los hermanos y de la
vida de nuestro Instituto, para continuar formando hombres
nuevos que puedan ser el origen de la tan anhelada civilización
del amor.
Este
gran desafío, esta inmensa llamada puede parecernos hoy, una
utopía, una misión irrealizable y lo más probable es que nos
quedemos sentados al borde del camino, como simples espectadores
y nos dejemos vencer por el cansancio. Pero desde aquí, desde
esta Catedral, podemos proclamar con toda la Iglesia, que el
Amor es más fuerte, que ocho sencillos hermanos, formando la
primera comunidad para servir con generosa y sacrificada
entrega, en nuestro Instituto, pudieron ser agentes
multiplicadores de cambio, de evangelizar la cultura, de
dignificar la vida."
Emotivo
fue el momento en el cual se recordó la memoria de los
hermanos, educadores y exalumnos que han partido a la casa del
Padre: Hno. Juan Calvo, Hno. Gregorio Pastor, Hno. Gilberto
Pozas, y además se hizo mención del exalumno Mario Hiriart
cuyo proceso de beatificación se ha iniciado hace pocos años.
En
el momento de las ofrendas el profesor Sergio Leiva presentó el
relicario de San Marcelino; una madre de familia, un adorno
floral para el altar de la Virgen del Carmen, y dos jóvenes del
movimiento scout de nuestro Instituto, entregaron la ayuda
fraterna recogida en la Semana Champagnat.
Finalmente,
en la Acción de Gracias el Hno. Adolfo Fuentes, Superior de la
Comunidad y Director de Pastoral dio gracias al Señor por el
don de la vida y obra de San Marcelino y especialmente la labor
fecunda realizada por los Hermanos a lo largo de estos 75 años
en la ciudad de Santiago y nos exhortó a que: " Con
María, la Buena Madre y nuestro Fundador queremos seguir
anunciando el Reino de Dios en esta ciudad grande de Santiago.
En ti Señor ponemos nuestra plena confianza".
Una
vez terminada la Eucaristía, en las afueras de la Catedral, el
grupo folklórico de apoderados del Instituto Alonso de Ercilla
nos brindó un hermosísimo esquinazo. Además cerró la
presentación el grupo de la Colectividad Asturiana de Santiago
con bailes de su región.